sábado, 18 de enero de 2020

Peregrinación a Tierra Santa: ¡Dame, Señor, un corazón feliz!


PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA:
¡DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN FELIZ!
RECORRIDO PROYECTADO DESDE EL INTERIOR


Reflexión introductoria:

Estoy muy emocionado en el momento en que veo hecho realidad el sueño de pisar la tierra de Jesús. Son muchos los profetas que predicaban para Israel el Dios único, el Yahvé, y una mujer aceptaba libremente el encargo de ser la madre del Dios con nosotros. Su hijo, con José como esposo de María, nació y creció. Visitar el lugar de este gran acontecimiento me despierta muchos pensamientos. Ahora intentaré reflejarlos en este pequeño diario personal.

Todo empieza con un viaje de Barcelona a Madrid en avión, un vuelo de Air Europa que en menos de una hora me lleva al aeropuerto de Barajas, donde paso la primera noche en el hotel Senator. Toca dormir poco, descanso mínimo suficiente para afrontar con alegría el inicio de la peregrinación, al día siguiente a primera hora de la mañana.

MARTES 7 ENERO 2020

Llego al Aeropuerto de Madrid Barajas (Terminal 1) poco después de las 6 de la mañana. Allí se inicia todo el operativo, con los primeros saludos a los responsables del viaje: inscripción y control de los nombres, facturación y, al cabo de unos minutos, los 65 peregrinos subimos a la capilla para celebrar la Eucaristía de envío. La preside fray Luis Quintana, el franciscano que nos acompaña para guiarnos por los Santos Lugares. "Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios; todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor" (1 Jn 4,7-8). ¡Qué maravilla este fragmento de la primera carta de Juan, proclamado durante la Eucaristía! Y en el evangelio, Marcos nos narra la multiplicación de los panes y los peces. Jesús pide que le acerquen los cinco panes y los dos peces. "Para peregrinar a Tierra Santa, debemos tener hambre del alimento que nos ofrece el Señor", dice Luis Quintana. Ha sido una gran oración de ambientación.

En el grupo, hay 17 sacerdotes, tres religiosas (dos de ellas clarisas) y muchos laicos y laicas de diferentes edades. Todavía no nos conocemos todos, pero nos vamos saludando. En la Misa, Fray Luis anuncia que se esperan lluvias para las próximas horas en Jerusalén. Me siento interpelado por aquel anuncio de Dios a través de Isaías: "Como la lluvia y la nieve del cielo ..., así todas mis palabras no volverán a mí sin haber completado el motivo por el cual las he enviado" (Is 55,10-11). Terminada la celebración, en una hora, pasamos los controles. Después de desayunar un poco, embarcamos puntualmente a las 8.20 horas y subimos al avión. El aparato de Air Europa 1301 nos lleva a Tel Aviv en poco más de 4 horas. Ya en el aeropuerto israelí, pasamos el control de pasaportes y cogemos las maletas. Enseguida, con sólo 5 minutos para comprar un pequeño bocadillo, subimos ya los autobuses. En dos coches, nos trasladamos los 65 peregrinos a Jerusalén, donde nos instalamos en el Hotel Olive Tree, construido sobre un antiguo edificio de piedra muy bonito.

Una vez instalados, vivimos un encuentro en la Sala Jerusalén del mismo hotel. Allí compartimos una hora espléndida en que todos nos presentamos. Son presentaciones breves, pero muy enriquecedoras, con gran diversidad de personas, en su mayoría vinculadas de alguna manera a Halcón Viajes, algunos periodistas (entre ellos un servidor) y sacerdotes de varias diócesis españolas, así como algunos religiosos y religiosas. "Viniendo aquí a Tierra Santa, se hace un gran bien en el mundo", dice Noelia Ávila, máxima responsable de la agencia durante toda la peregrinación. Después, Luis Quintana explica que "hay cuatro objetivos en todo el recorrido de estos días: el encuentro con Dios, el conocimiento de lugares concretos vinculados a Jesús, una motivación intelectual y finalmente una dimensión lúdica". Al final de la reunión, el franciscano jefe de la expedición anuncia que celebramos al día siguiente la Eucaristía, a primera hora de la mañana, en el Santo Sepulcro. También revela que el domingo viviremos la fiesta del Bautismo del Señor en el Río Jordán, donde fue bautizado Jesús, y todo con la comunidad cristiana de Jericó.

A las 19.30 horas, cenamos todos en el comedor del hotel, en una primera experiencia de fraternidad más lúdica y distendida. Después, un grupo nos animamos a hacer un primer paseo nocturno por la ciudad santa. Pasamos por la iglesia de San Jorge y por otros puntos de casas religiosas, hasta que llegamos a la Puerta de Damasco, donde empieza la Jerusalén antigua. El recorrido a pie es delicioso, con un cielo estrellado, oscuridad, luz y referentes pequeños de buena convivencia entre culturas, sobre todo judía y árabe. Es un primer contacto con la Jerusalén que queremos descubrir.

MIÉRCOLES 8 ENERO 2020

El día ha sido impresionante. Me ha desbordado. Hemos recorrido Jerusalén en todas sus dimensiones. Me quedo sobre todo con el gran impulso espiritual de haber pisado muchos lugares donde Jesús protagonizó acciones concretas durante su vida pública, desde la expulsión de los mercaderes del templo hasta sus apariciones después de haber resucitado, pasando por la flagelación antes de morir en la cruz, la institución de la Eucaristía y muchos otros momentos igualmente relevantes y narrados por los evangelios. Y el colofón es, sin duda, la venida del Espíritu Santo, revivida justo en el mismo lugar en un momento muy especial.

Nos levantamos muy temprano y, a las 5.30, desayunamos. A las 6 aproximadamente, salimos ya con el autocar hacia el Santo Sepulcro, donde celebramos la Eucaristía, presidida por el custodio de esta basílica y concelebrada por Fray Luis Quintana y los otros sacerdotes de la peregrinación. La experiencia es muy especial a nivel espiritual, en el mismo lugar donde Jesús fue sepultado después de morir en la cruz y también el punto donde se produjo el acontecimiento más importante para los cristianos: la resurrección. El sacerdote encargado de predicar hace un llamamiento muy intenso en forma de deseo y oración: "¡Que encontrar la losa vacía aumente nuestra fe!". Y es que los textos de las lecturas nos ambientan muchísimo, con las palabras de Pedro narradas por el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles: "A Jesús de Nazareth, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella" (Hch 2,23-24). También el fragmento del evangelio de Juan culmina la experiencia: "No está aquí. ¡Ha resucitado!". Vivimos con gran intensidad la fe en Cristo, con quien triunfa la vida. La liturgia, toda en latín, incluye cantos animados por la comunidad franciscana de la misma basílica, con los concelebrantes y los 65 peregrinos de nuestro grupo.


Después, Luis Quintana nos explica los principales aspectos del templo, con todas las vicisitudes históricas, empezando por la profanación del emperador Adriano en el año 135 y el restablecimiento de los lazos cristianos instado por Constantino, hijo de Santa Elena, gran avaladora de aquella reparación desde Roma. En pequeños grupos de cuatro, entramos en la capilla donde Jesús fue enterrado, después de haber sido crucificado apenas a pocos metros del mismo punto, uno de los más indiscutibles de Tierra Santa en cuanto a la ubicación. Nuestro guía franciscano nos comenta igualmente las diferencias entre los propios cristianos a lo largo de los siglos, una situación que culmina con el acuerdo del llamado Status Quo en 1850. Todo queda repartido y, desde el ecumenismo, todos deseamos hermandad, respeto y fraternidad aunque algunas divisiones parezcan absurdas.

La palabra "aquí" es muy importante durante todo el día, porque recorremos muchos espacios y puntos donde Jesús estuvo físicamente. Pero el "aquí" del Santo Sepulcro es excepcional, porque es el único que precede a la palabra "no está". La razón es que ha resucitado. No podemos buscar entre los muertos al que vive para siempre. Este pensamiento, sin duda, me ha marcado el día. Una vez completada la gran celebración conectada con el gran hecho de la resurrección, empezamos nuestro recorrido por las calles antiguas de Jerusalén. Todos hemos quedado desbordados, en el sentido más positivo, por las explicaciones de Luis Quintana y por la proximidad y el aliento del Señor en todo momento. Tras una primera ruta, llegamos a la explanada de las Mezquitas, en el monte Moriah (con la Mezquita de la Roca, que tiene la famosa cúpula visible desde todas partes, y la de Al Aqsa), un altiplano donde los musulmanes rezan ante su lugar emblemático de la ascensión de Mahoma, según la tradición. Es una área de reconstrucción a partir del siglo VI después de la destrucción de la ciudad. Desde allí vemos el torrente Cedrón y revivimos la imagen de Jesús entrando en Jerusalén por una de sus puertas el Domingo de Ramos, así como muchos otros hechos concretos de mayor o menor trascendencia. Entre los sitios que se nos recuerdan, está el punto donde Jesús expulsó a los mercaderes del templo.

Durante todo el recorrido de mañana y tarde, vemos y localizamos las 8 puertas de Jerusalén: la Puerta Dorada (por la cual entra Jesús el Domingo de Ramos), la Puerta de San Esteban (donde fue empujado el primer mártir de la Iglesia nacida), la Puerta de Herodes, la Puerta de Damasco, la Puerta Nueva, la Puerta de Jaffa (tradicionalmente de los peregrinos), la Puerta de Sión (de los judíos) y la Puerta llamada de la Basura. Estos puntos de entrada y salida a Jerusalén nos muestran la periferia física del lugar donde Jesús, como ya he dicho antes, vive temporalmente para culminar su designio divino de vivir para siempre entre nosotros, no sólo en la Ciudad Santa y en el pueblo de Israel, sino en todo el mundo.

La segunda parte de la mañana es el momento espiritual y de oración más intenso de la jornada. Rezamos el Via Crucis, siguiendo la Vía Dolorosa, en los mismos lugares donde el Señor sufrió el camino de la cruz y la muerte lenta y ofrecida por nosotros. Una sola palabra clave, "aquí", ya daba el toque especial a cada estación: "Aquí Jesús es condenado a muerte", "aquí Jesús carga con la cruz", "aquí Jesús se encuentra con María", "aquí Jesús cae...", "aquí Jesús es clavado en la cruz", "aquí Jesús es sepultado". Empezamos el recorrido por la Casa de Pilato. El representante del poder romano en los tiempos de Jesús es un personaje peculiar. Ciertamente entregó al Señor, pero confieso que he pensado en él con misericordia, porque intentó defender al Maestro, como ya explicó mi padre, Ezequiel Miranda, en una crónica-diario escrita en 1987 a partir de un viaje que realizó, con mi madre, Carmen, a la Tierra de Jesús. Allí vemos la prisión donde pasó Jesús unas horas después de ser entregado por los Sumos Sacerdotes.

A partir de ahí, entre las diversas estaciones, la interioridad se combina con situaciones propias de una ciudad con su vida actual: el paso de algún vehículo, las tiendas y el tráfico o movimiento de personas de diferentes creencias y culturas sin ningún problema. Es especialmente intenso el paso por la casa donde María nació. Aquí Fray Luis nos narra una historia de tradición pero muy bonita: Joaquín reclama al Ángel Gabriel tener descendencia y le dice que, hasta ese momento, no había sido posible porque él y su mujer, Anna, no podían. El ángel le dijo a continuación que se reencontrase con su esposa, porque ya esperaba una hija, María. Bonita la iglesia y preciosa la imagen de Ana con María de niña. Una mirada que lo dice todo. Pongo una vela encendida que recoge todas las oraciones del día, por varias intenciones mías, familiares y de personas que me lo han pedido. La oración es sin límites y sin fronteras. Allí al lado, está la Piscina de Betseda, donde fue curado un paralítico (también llamada "piscina probática").

Dentro del Vía Crucis, sin embargo, el momento más impactante es la subida final al Calvario, donde llegamos al sitio donde Jesús fue clavado en la cruz, hoy recogido en una capilla en la parte superior de la Basílica del Santo Sepulcro. Agachados de uno en uno, llegamos incluso a tocar la piedra y ver la grieta que se formó en el momento en que el Señor expiró. Algunos geólogos lo han corroborado. Acabamos de nuevo en el Santo Sepulcro, donde volvemos para completar todo el ejercicio del Camino de la Cruz.


Este día completo en Jerusalén comemos en Nôtre Dame, un edificio que pertenece a la Santa Sede y que actualmente gestionan y custodian los Legionarios de Cristo. La comida es variada y muy rica, con un autoservicio que permite comer equilibrado y a gusto de todos. Este rato nos permite respirar un poco en un día muy intenso. Empiezo a mencionar algunos nombres de los peregrinos que ya voy conociendo y con los que voy hablando más. Además del franciscano que nos guía y la directora de Halcón Peregrinaciones, Noelia Ávila, converso con el sacerdote de Toledo Jesús Robles, con Manuel y su mujer Mari Carmen, con un matrimonio de Cáceres, con Vanessa (madre de familia de Palma de Mallorca), con Estela (de Halcón Viajes en Santander), con Jose (periodista de Valencia reubicado a Halcón), con Inma (de Córdoba), con Olalla (de la Coruña), con los también presbíteros Eugenio y Javier, con Baltasar Bueno (de Valencia), con Juan Antonio (de Córdoba pero actualmente como sacerdote misionero en Burgos) y con muchos otros. Pero lo más curioso es que, en este segundo día de peregrinación, me doy cuenta de que Débora, una trabajadora también de la agencia en Burgos, es la mujer de un amigo mío de la parroquia de San Lesmes, Eduardo alias "Chatrán", y muy amiga de mi primo Julián. ¡El mundo es un pañuelo! Lo descubro yo (porque a ella casi no la conocía personalmente) y las risas son igualmente curiosas.

Por la tarde, nos desplazamos ya hacia la zona del Monte Sión, donde está el cenáculo. En este lugar donde Jesús instituyó la Eucaristía, con la Santa Cena, revivimos el momento en el mismo punto. El espacio interior nos permite vivir aquella Cena tan impresionante en la que el Hijo de Dios se nos hace alimento para la vida eterna y nos da el mandamiento nuevo del amor entre todos. Pero también es, como igualmente recordamos, el lugar donde, justo al lado, se produjo la aparición de Jesús a los apóstoles 8 días después de resucitar y, aún después, con Tomás presente. Y en un espacio de allí, se produce el gran acontecimiento de la venida del Espíritu Santo y, por tanto, del nacimiento de la Iglesia, otro de los elementos clave de toda la jornada en Jerusalén.

Ciertamente es la Iglesia la que se constituye a partir del mismo mensaje de Jesús y queda certificada con las lenguas de fuego sobre los apóstoles, enviados a anunciar esta gran noticia, este kerygma. Los 17 sacerdotes del grupo renuevan sus promesas y, a continuación, todos renovamos del sacramento de la Confirmación, por el que hemos asumido la recepción del don del Espíritu Santo. Es difícil describir la luminosidad creciente de aquel momento. El Maestro nos visitaba, a cada uno de manera distinta, y nos estimulaba. También recordamos que, en la planta inferior del cenáculo, está el lugar donde Jesús lavó los pies como gran signo de que es un servidor. Así nos muestra precisamente este camino, el de la ayuda y el servicio generoso de unos a otros.


 Visitamos también esta tarde San Pedro in Gallicantum. Es la Casa de Caifás y, por tanto, el lugar donde Jesús fue llevado para ser juzgado por el Sanedrín y entregado después de haber sido capturado. Mientras el Señor estaba dentro, se produjeron las conocidas tres negaciones de Pedro, cuando estaba en la puerta y le decían que era seguidor de Jesús. Tras decir tres veces "no", canta el Gallo y el apóstol se da cuenta de ello, también porque el Señor se lo había anunciado. Bajamos al lugar donde el Hijo de Dios fue juzgado. En otro lado de este templo, se muestra la imagen de Jesús con Pedro, en ese diálogo que marca igualmente el inicio de la Iglesia. El Maestro le pregunta tres veces si le ama, y ​​el apóstol responde siempre "sí", para concluir con esa fuerza: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Veremos el lugar el penúltimo día de la peregrinación en Galilea, junto al Lago de Tiberíades.

Otro punto es el paso por la iglesia de la dormición de María, que acoge el lugar donde la Virgen dejó su existencia humana en este mundo, pero no como los hijos e hijas de Dios marcados por el pecado original, sino en cuerpo y alma, como el mismo Cristo. Ella sube al cielo por la Asunción (es Dios quien la sube al cielo de esta manera) y Jesús, por la ascensión (él mismo sube). María, la llena de gracia, se pone a nuestro lado en estos momentos.

Vivimos, además, todo este tránsito por la Ciudad Santa pasando por cuatro grandes zonas históricas y de diversidad religiosa: El barrio musulmán, el barrio judío, el barrio cristiano y el barrio armenio, que representa a un pueblo cristiano de los primeros siglos y que ha mantenido una presencia y una identidad propia reconocidas hasta el momento actual. Completamos la jornada en el Muro de las Lamentaciones, donde entramos para adentrarnos en un referente para la espiritualidad judía. Me impresiona y me gusta este momento, en el que pienso que estos creyentes, diferentes religiosamente a nosotros cristianos, invocan al mismo Dios, a Yahvé. Con la Kippá, nos situamos en este punto. Los hombres entramos incluso también en la sinagoga anexa, donde impacta también ver y oír las invocaciones hebreas. Acabamos toda la intensa jornada volviendo al hotel. La lluvia intermitente que nos había acompañado se vuelve más intensa en los momentos en que bajamos al aparcamiento donde nos esperaban los autobuses. Son unos minutos de lluvia fuerte. Finalmente, llegamos al hotel. Después de un rato de descanso, compartimos la cena. Como sigue el aguacero con fuerza por la noche, tras unos minutos de tertulia entre algunos miembros del grupo, nos retiramos a las habitaciones.

JUEVES 9 ENERO 2020

El final de la vida temporal de Jesús antes de la cruz y su nacimiento han sido los dos grandes ejes de un día muy rico en espiritualidad, en fraternidad entre los peregrinos, en alegría navideña y en sensibilidad social. Hemos visitado primero el Monte de los Olivos, con la Basílica del Pater Noster, el huerto de los Olivos y la Basílica de la Agonía, y después hemos ido a Belén, donde nos hemos adentrado en el nacimiento de Jesús en el mismo lugar donde se produjo. Allí hemos conocido una obra social muy conmovedora: el Hogar Niño Dios, gestionada por las religiosas del Instituto del Verbo Encarnado. Acogen a niños nacidos con problemas físicos y psíquicos y que han sido abandonados. Estas 4 monjas, que tienen en su casa unas 30 personas, recuerdan que el Niño Jesús sigue naciendo en Belén más de 2.000 años después, en los rostros de unos seres humanos abandonados muchas veces por sus propias familias. No los quiere nadie. Son descartados de ahora mismo.

Vamos cronológicamente. Nos levantamos sobre las 6.30. A las 7.00 horas, después de desayunar, nos desplazamos con los autobuses al Monte de los Olivos. Tras pasar por el Torrente Cedrón, por el barrio árabe, y después de comenzar la subida, la primera parada es en Betfagé, que significa "Casa de los Higos". En este punto, Jesús subió al pequeño burro (“la borriquita”) para entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos. En la iglesia dedicada a ese gran momento, celebramos la Eucaristía. En la primera lectura, de Zacarías, se nos muestra la humildad como actitud ejemplar: "¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna". (Za 9,9). En el evangelio, se hace realidad el anterior anuncio: "Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos… Trajeron el asno y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima" (Mt 21,1-7). Por eso, en la homilía, el sacerdote que preside, Pedro, subraya "la humildad y la alegría" como los dos referentes para la jornada. Recuerda que "Jesús empezó a vivir en este lugar los últimos días de su vida temporal con sencillez, porque es humilde". Presenta igualmente aquel evento, en el que la gente aclamaba al Señor con el conocido "Hosana", como "la alegría de los sencillos, la felicidad que nace del corazón".

Terminada la Misa, nuestro jefe de expedición, el franciscano Luis Quintana, explica que una piedra situada a la izquierda de la parte inferior del presbiterio de este templo fue encontrada en 1876 por un campesino. Era la piedra de la que hablaba Eferia, una peregrina, en el año 381. Por otra parte, el arquitecto italiano Antonio Barrucci realiza unas actuaciones sobre la iglesia y, en 1883, los franciscanos compran el lugar. Con toda esta realidad, se cumplen las profecías de Zacarías y de Jacob a Judá. Además, la historia de Salomón profetiza igualmente esto. David lo sube a un burrito.

La siguiente visita es la conocida Basílica del Pater Noster o Basílica Eleana. Es la gruta donde el Señor enseñó muchas cosas, entre ellas la oración del Padrenuestro, además de ser el lugar de la Ascensión. En ese instante, los 65 peregrinos ya conocemos físicamente las grutas de la Resurrección (Santo Sepulcro) y la Ascensión, antes de completar el gran acontecimiento del Dios con nosotros para siempre con la del Nacimiento. En este mismo espacio, Jesús enseñó a sus discípulos a orar, y lo hizo con las palabras precisamente del Padrenuestro, inscrito en las paredes en unas 200 versiones lingüísticas, entre ellas el castellano y el catalán. Se respira en esos minutos una gran espiritualidad, en un ambiente marcado por el silencio de fondo y por la interioridad. Sentimos al Maestro de la oración en cada respiración, y recitamos el Padrenuestro, primero en castellano y después, en catalán, al tiempo que recordamos otras lenguas de algunos de los peregrinos, como el gallego o el portugués. El primer texto de la oración enseñada por Jesús apareció en 1102 en hebreo. Después se han añadido todos los idiomas actualmente reflejados en este magnífico lugar.

La mañana avanza con un recorrido por la periferia de Jerusalén situada al otro lado del torrente Cedrón. Descubrimos tumbas, entre ellas la de Absalón (hijo rebelde de David). Cabe destacar que las tumbas judías incluyen la piedra como elemento característico, porque representa la transmisión de la vida de padres a hijos, con la continuidad que conlleva. Entre otros muchos datos, Fray Luis explica que "Heraclio entró el 21 de marzo del año 632 con la cruz de Cristo precisamente por el Torrente Cedrón. El mismo guía franciscano comenta, además, que "una tradición dice que María Magdalena se tomó muy en serio lo que Jesús le había dicho, ya resucitado, e incluso fue a ver al emperador Tiberio para comunicarle la resurrección. Le enseñó un huevo, después de que no se creía el evento, y salió un pollito al abrirlo". Por eso el huevo representa la pascua y, por tanto, la vida. Visitamos una iglesia dedicada a María Magdalena, custodiada por monjas ortodoxas rusas.

Y llegamos, en nuestra bajada desde la montaña, hasta el Huerto de los Olivos, que culmina nuestra ruta matinal por Getsemaní. Junto a los árboles, uno de ellos plantado por Pablo VI en 1964, está la Basílica de la Agonía. Antes de visitarla, vemos que, por la antigüedad de los olivos, es probable que Pedro se subiera a alguno o que Jesús lo tocara. En la iglesia, heredera de las tres grandes épocas (bizantina, de las cruzadas y moderna), entramos para sumergirnos en un acontecimiento central en la historia de la salvación: aquella oración del Señor en la que dijo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú» (Mt 26,39). Rezamos y nos acercamos a la roca donde se produjo este hecho, en el que Jesús manifiesta una "tristeza profunda". Es la humanidad y la debilidad integrada en el gran misterio del Dios revelado y que vivirá para siempre.

Y antes de completar la estancia en Getsemaní, visitamos la tumba de María, vacía porque fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Entrar y rezar el Ángelus allí me llena especialmente, porque precisamente la ausencia de un cuerpo expresa la plenitud de vida que tuvo la Madre del Salvador. ¡Qué alegría!

Nuevamente en un día en que la lluvia moja el suelo y las calles por las que pasamos, aunque no de manera permanente, volvemos a los autocares para desplazarnos a Belén. Recorremos varios barrios nuevamente, y vemos incluso un "asentamiento ilegal judío en territorio palestino". Pasamos a Palestina, por el muro construido por Ariel Sharon en el año 2000, y llegamos enseguida a Belén, después de pasar por Betsahour, donde está el campo de los pastores, que visitaremos por la tarde. Ya llegando a la ciudad del nacimiento de Cristo, Luis Quintana da algunas ideas sobre los elementos de nuestros belenes navideños y su relación con el entorno de ese acontecimiento: "En Belén nieva, hay casas, está el castillo de Herodes cerca (el Herodium), pero no hay ni río, ni molino ni cerdos, aunque ahora sí que se come este animal, permitido en un sector de la población". Ya en Belén, entramos en la Casa Nueva, un edificio donde los franciscanos tienen su hospedería, y allí comemos muy bien atendidos por Anuar y sus encargados de la cocina y el comedor.

La tarde está marcada por el contacto físico del grupo con la Basílica de la Natividad. Construida por Santa Elena, tiene dos lugares identificados donde nació Jesús: el mismo espacio físico donde se produjo el parto y, muy cerca, el pesebre donde comían los animales y que fue utilizado para acostar al niño ya nacido. En la gruta, el punto de la Natividad, situado debajo de un pequeño altar, se presenta con la forma de un agujero rodeado por una estrella de 14 puntas, que representan las 14 generaciones hasta llegar a Jesús y, por tanto, su humanidad. La nave central de la basílica muestra, entre muchos otros elementos, unos ángeles que se han descubierto y que miran precisamente hacia el lugar de la gruta. Otro referente visual son los iconos circulares, que responden a himnos litúrgicos.

En una breve explicación sobre la organización del templo de nacimiento, repartido entre ortodoxos, católicos y armenios en virtud del Status Quo de 1850, Fray Luis Quintana comenta que el patrón de los cristianos de Tierra Santa es Sant Jorge, nacido en Ramlel, cerca de Tel Aviv, y que es también patrón de Cataluña, de Inglaterra y de Rusia, entre otros territorios. Los 65 peregrinos llegamos hasta la gruta, la besamos y también contemplamos emocionados el lugar del pesebre, todo mientras nuestro guía franciscano lee algunos textos evangélicos sobre el hecho y cantamos algunos villancicos. Todos sentimos el gran gozo de una luz que nos transforma, porque Dios está con nosotros. En algunos momentos, llego a imaginar incluso a Jesús estirando las manos por un trozo de roca situado en el mismo punto del pesebre.

Tras el momento culminante de este contacto con el inicio del Dios encarnado y hecho uno de nosotros, pasamos por una iglesia dedicada a Santa Catalina de Alejandría. Es la parte gestionada por los católicos y también el sitio donde San Jerónimo llegó para elaborar la primera traducción de la Sagrada Escritura en el "latín vulgar" (la Vulgata), porque su conocimiento pudiese llegar cada día a más personas y, en definitiva, a todo el mundo. Hay un claustro que lleva su nombre. Después hacemos un recorrido por el llamado "Retrus Sanctus", la periferia de toda la basílica con altares, todo por debajo. Hay uno, por ejemplo, dedicado a los dos grandes sueños de San José: cuando el Ángel le dice que acepte a María como esposa, porque el hijo que ha concebido es obra del Espíritu Santo, y cuando es avisado de que Herodes quería matar a todos los niños porque creía que Jesús quería destronarlo.

Una vez completada la visita a la Basílica de la Natividad, completamos una ruta por las calles de Belén, muy bonitos y tranquilos, con tiendas y "muchos amigos" que saludan a Luis Quintana, con la experiencia de haber dirigido 50 grupos en Tierra Santa, y ofrecen sus productos. Y una primera parada sorprendente es la Gruta de la Leche, ambientada por dos tradiciones: Una dice que la Sagrada Familia fue a vivir allí después del nacimiento (de ahí el nombre, por la lactancia) y otra basada en la posibilidad de que Jesús, María y José, de camino a Egipto, vieron cómo caía leche en la roca. La tradición devocional ha dado una gran fe en la ayuda a mujeres que han tenido hijos con problemas, enfermedades u otras situaciones no deseadas. Actualmente está gestionada por unas monjas adoratrices de México, después de un llamamiento hecho por los franciscanos a comunidades de todo el mundo que quisieran abrir casa allí.

Y finalmente visitamos el Hogar Niño Dios. En esta casa, 4 religiosas del Instituto del Verbo Encarnado, congregación religiosa fundada en 1984 en Argentina, acogen desde 2005 a niños y niñas con problemas físicos y psíquicos, desde que nacen y normalmente hasta el final de su vida. La hermana Corazón explica toda esta iniciativa, basada en la convicción de que el niño Jesús sigue naciendo en Belén hoy, 2.000 años después. Las monjas tienen unos 30 acogidos, personas abandonadas que no quiere nadie. Son descartados que pueden encontrar la felicidad de haber sobrevivido a una muerte segura, porque eran descartados, en muchos casos incluso por sus propios padres. Recordamos que, en la cultura árabe, se ve la discapacidad como una maldición. Después de la explicación de esta encarnación de la carne sufriente de Cristo entre nosotros, subimos a la planta superior, donde las monjas tienen los espacios de acogida. Impresiona ver a estos pequeños y no tan pequeños. Barah, por ejemplo, es un niño de seis años que casi no habla, tiene la mirada perdida y sólo juega a ratos. Vemos también a una niña mayor en silla de ruedas que sólo expresa tímidamente su respuesta agradecida a la ternura y el amor. Otra niña, de unos 7 años, agradece que la cojan en brazos. Y así podríamos presentar todas estas historias personales. Una de las peregrinas, Débora, incluso llora mientras ve a una de las acogidas. Todos nos emocionamos, de una manera u otra. Jesús niño estaba allí, con esta interpelación.

Durante la presentación, entre las preguntas que formulamos, alguien plantea qué salida tienen estos niños y niñas. La respuesta es clara: "Estar toda la vida en esta Hogar Niño Dios es la única vida posible que tienen". Después concluimos que pueden encontrar igualmente la felicidad, a su manera. La dimensión social de esta actividad se completa con un donativo de 5.000 euros que Montse Hidalgo entrega a la hermana Corazón. Además, se pasa una gorra para que todos pongamos donativos, y Montse se compromete a duplicar la cifra que se recaude. "¡Ponedmelo difícil!", dice con generosidad. Se recogen unos cuantos cientos de euros.



Y para completar el día, después de un rato de compra en una cooperativa situada ya a Betsahour, pueblo junto a Belén, vivimos el último gran momento espiritual, alegre y fraternal de la jornada. Es una Hora Santa, con exposición del Santísimo, en una gruta situada dentro del llamado Campo de los Pastores. Es donde los pastores recibieron el anuncio de los ángeles, con el cual se enteraron de que había nacido Jesús. Luis Quintana proclama el fragmento del evangelista Lucas que narra aquellos hechos que reveló al mundo este mensaje de los ángeles: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,13). Y fueron, cerca del lugar, a ver al niño en el pesebre. Durante la oración, que empezamos con la conocida canción "Pastores en la campaña cantan el himno celestial" (Gloria in excelsis Deo), entonamos otros villancicos: 'Ay del chiquirritín' y 'Adeste Fideles', entre otros.

La tarde y la noche nos llevan la última actividad, un buen rato en el que aumenta la fraternidad entre los 65 peregrinos. Me refiero a la cena, en un restaurante árabe que nos sirve una comida muy buena, a base de ensaladas, humus de garbanzos, unas croquetas muy ricas y una carne de pollo y ternera presentada en forma de barra. Al final de la velada, con la guitarra cedida desde la empresa asociada a Halcón en Tierra Santa y que yo ya había empezado a utilizar en la oración, cantamos algunos temas conocidos y populares: 'Clavelitos', 'Porrompompero' y otros. La alegría, por cierto, continúa en el autobús 2 de vuelta a Jerusalén, donde pasamos la última noche en esta ciudad santa del gran acontecimiento. En el recorrido, suben dos policías israelíes coincidiendo con el paso fronterizo, pero finalmente no piden nada, aunque algunos confiesan que no llevaban el pasaporte. Anécdotas aparte, cantamos 'Libre', 'Un beso y una flor' y 'Noelia', de Nino Bravo, así como la Bamba y otras piezas tradicionales. Al final, con un poco de cansancio acumulado, nos instalamos en el hotel para descansar. Al día siguiente toca nuevamente madrugar para otra jornada intensa que nos llevará a Jordania, principalmente al Monte Nebo, para llegar a Petra.

VIERNES 10 ENERO 2020

El cuarto día de peregrinación a Tierra Santa ha sido de más horas de desplazamiento, concretamente desde Jerusalén, donde ya hemos dejado el hotel Olive, hasta Petra (Jordania). Ha tenido, sin embargo, intensidad y momentos especialmente vividos interiormente por quien escribe estas líneas, como también, de distintas maneras, por los 65 peregrinos. Después de entrar en Jordania por el doble paso fronterizo, con los pertinentes controles de los pasaportes y el cambio de autobús, hemos pasado aproximadamente 90 minutos en el Monte Nebo, el lugar donde Dios mostró a Moisés la Tierra Prometida, un horizonte que vio justo antes de morir. Allí celebramos la Eucaristía. Ha sido muy vivida, con el fragmento del Éxodo sobre Moisés y un pasaje de Juan conectado con aquel anuncio realizado en Jesucristo. Después continuamos con la ruta hasta llegar a Ammán, capital del país. Allí comemos unos platos típicos de la cocina árabe jordana, con ensaladas de maíz, humus, otras legumbres, carne de pollo y ternera y varias novedades propias del lugar.

Después de comer, completamos el camino hasta Petra, que nos recibe con nieve. Cenamos en el hotel Petra Moon, que nos acoge muy bien. Por una confusión de fechas pensando que era el cumpleaños de un miembro del grupo, nos habían preparado un pastel. Finalmente lo cortan Fray Luis Quintana, por las 50 peregrinaciones que ha dirigido, y dos sacerdotes que celebraban bodas de plata. En un ambiente festivo, completamos el día con un pequeño paseo en el que una cerveza típica de Petra y otras bebidas amenizan una velada con tertulia en un bar irlandés.

Para repasar un poco toda la cronología de la jornada, nos levantamos a las 6.00 y, después de desayunar y dejar ya las habitaciones del hotel que nos había acogido estas tres noches, salimos a las 7.00 ya en dirección al Monte Nebo y Petra. Llegamos a la frontera y, al pasar los controles, cambiamos de autocares y se nos incorporan dos guías propios del país. En mi autocar, sube Nabil, un jordano cristiano (ortodoxo) de madre chilena. Habla perfectamente el español. Nos destaca que el país es tranquilo, estable, hospitalario y muy seguro, a pesar de la conflictividad y la complejidad de toda la zona de Oriente Próximo. Durante el trayecto al Monte Nebo, pasamos por la zona más baja del mundo, por el Valle del Jordán, que nos permite rodar por placas tectónicas. El país tiene dos planas separadas por esta depresión. El día es nublado y, a ratos, con mucha niebla. En el otro autocar, realiza el servicio de guía María Pilar.

Al llegar al Monte Nebo, desde donde se ve también el Mar Muerto, entramos a una iglesia nueva construida dentro del memorial de Moisés. Celebramos allí la Eucaristía, presidida esta vez por el sacerdote colombiano Enoc Jacob, uno de los 17 que nos acompañan. Por primera vez, puedo tocar el órgano, una ocasión de la que disfruto mucho y que los peregrinos valoran y agradecen. La historia de 3.200 años atrás se revive con intensidad gracias a la actualización de una verdadera acción de gracias al Dios encarnado en Jesucristo. Nuestro guía Nabil recuerda que la serpiente del desierto, que simboliza la futura cruz de Cristo representada allí en el monte, es un elemento importante en la revelación de Dios a Moisés, que vivió 120 años, por lo cual se muestra en una cruz, elaborada por los franciscanos y situada en la cima de la colina.

Continuamos el recorrido hasta llegar a Ammán. Comemos en un restaurante típico de cocina árabe. Inmediatamente después, retomamos el viaje en el autobús. Sólo una parada técnica permite reponer fuerzas después de un rato que muchos aprovechamos para dormir dentro del vehículo. Ya en el tramo final hasta Petra, vemos lo que queda de la nieve que había caído hasta el día anterior. Nabil nos cuenta, entre otras cosas, que "el 94 por ciento de los jordanos están o han sido escolarizados y, por tanto, alfabetizados". Comenta igualmente después de que el país es confesional, con el Islam como religión oficial, pero desde un respeto a las otras creencias, con un sistema político que incluso garantiza un porcentaje de escaños para las mujeres. Eso sí, no se permite a ningún ciudadano musulmán convertirse al cristianismo, aunque no hay represalias ni ley islámica, sino que simplemente no se reconoce este cambio de creencia.

 
Ya sobre Petra, el guía comenta que los Nabateos, considerados el primer reino árabe de la historia, están ligados al inicio de Petra, capital de esta comunidad. Son de hecho el origen de la cultura árabe, a través de una lengua que da paso a la actual. Eran politeístas, porque entendían que había muchos ídolos, empezando por la montaña. En el siglo IV, los Nabateos pasan a convertirse al cristianismo, lo que conlleva que Petra pase a ser cristiana, bajo la jurisdicción de Bizancio. Un lugar que descubriremos al día siguiente. Por la noche, llegamos a la ciudad y nos instalamos el segundo hotel de la peregrinación: Petra Moon. Un grupo aprovechamos el fresco y un rato después de cenar para bajar la comida y dar un paseo. Nos espera un sábado de mucho movimiento e intensidad, con alguna sorpresa.

SÁBADO 11 ENERO 2020

La jornada ha sido muy intensa y vivida, con más de 20 kilómetros andados por la mayoría de los peregrinos. Por la mañana, en Petra y después de levantarnos de nuevo a las 6 y de salir del hotel a las 7, hemos visitado todos los restos de la ciudad antigua. Hemos observado las ruinas integradas en un paisaje de piedra espectacular. En el primer tramo del recorrido, un desfiladero nos lleva hasta el Tesoro, una impresionante fachada de templo que no se sustenta sobre cimientos bajo tierra, sino que sale directamente de la piedra, trabajada e integrada en el conjunto. El guía Nabil destaca que, a partir del descubrimiento del arqueólogo suizo Louis Burckhardt en 1812, se encuentran éste y otros edificios. Él quería llegar a la tumba de Aarón, situada en la cima del paraje. El nombre de este gran monumento proviene de la creencia de que el Faraón de Egipto escondía "un tesoro" en la urna situada en la parte superior de la magnífica fachada. Se disparaba contra el edificio, lo cual explica la pervivencia de unos signos de impactos de bala. A partir de aquí, ha habido muchas teorías. Lo más probable, sin embargo, es que sea un templo universal, un lugar de oración para todas las civilizaciones en una ruta llamada "de las caravanas" y del incienso y las especies, por donde pasaban comerciantes mesopotámicos, persas, griegos, romanos, egipcios y gente de otros orígenes.

Después, hemos seguido ruta por toda la zona, donde hay sobre todo tumbas y un mosaico diverso de formas montañosas, de pequeños valles y de piedras que forman cordilleras y montañas, en todo un gran valle que se va abriendo progresivamente. En el lado de la derecha, siguiendo el recorrido de la Petra histórica, la de los Nabateos o primer reino árabe de la historia, encontramos tumbas de reyes de esa civilización. Una de las más destacadas es la de Aretas IV (año 9 a.C-40 d.C.), que era contemporáneo de Jesucristo. Fue un monarca muy famoso, como se ve en algunas citas bíblicas. Es el caso de la segunda carta de San Pablo a los Corintios, ya que fue un perseguidor del apóstol. En el siglo IV, este punto dejó de ser una tumba para convertirse en la catedral de Petra. Aparte de éstas y otras tumbas, como las llamadas de la Seda (porque brilla con las lluvias en invierno) o la del Palacio (porque parece un palacio romano), continuamos caminando hasta el punto donde empieza la subida al punto más alto de la ruta: el del santuario de Petra. Antes pasamos por las ruinas del Gran Templo, donde se conserva la entrada, con unas columnas, y sobre todo un altar gigante considerado Patrimonio de la Humanidad, como el Tesoro.


Ya para completar una mañana de observación monumental y ejercicio físico, subimos los centenares de escaleras que llevan hasta el santuario. Encontramos burros que suben a través de servicios ofrecidos por familias, en algunos casos con niños, y pasamos por pequeñas tiendas de recuerdos donde, además, se ofrecía té caliente. La subida es dura, con tramos también de ascensión sobre piedras muchas veces irregulares. La llegada a la cima es fuente de satisfacción para todos. El santuario ofrece un aspecto de gran belleza artística, con la fachada, una puerta grande, columnas y otros elementos arquitectónicos igualmente sobre piedra vertical. En ese entorno superior del camino, encontramos pequeñas cuevas que llaman la atención. Incluso sentimos una música árabe moderna que ambienta lo que parecía una fiesta, por la presencia de personas dentro. Y ya al final, los que hemos podido subir nos acercamos hasta las vistas a un gran valle más allá, desde donde se observa el cerro que corona la tumba de Aarón. Había un poco de neblina en algunos momentos, pero se llega a ver. Con esta alegría de adentrarnos en los cimientos, vamos bajando cada uno a su ritmo, como habíamos hecho en la subida.

Entre paradas, comentarios, conversaciones y otros espacios de convivencia entre todos los peregrinos, completamos el recorrido hasta el hotel Petra Moon, donde comemos ágilmente poco después de las 12, para poder salir una hora después hacia el desierto de Wadi-Rum. Y así lo hacemos. En dos horas, los autobuses nos sitúan en la entrada de todo un gran espacio de 800 kilómetros cuadrados. Desde esta área considerada mística y muy tranquila, iniciamos un completo recorrido con 11 vehículos 4x4 en los que nos distribuimos los 64 peregrinos (Baltasar Bueno, de Valencia, se había quedado en Petra). Tras la primera parada con subida a una pequeña colina, en este desierto que también es de profetas de la Sagrada Escritura, Luis Quintana proclama un pequeño fragmento del libro de Oseas. El motivo es perfecto: Dios se manifiesta siempre desde la naturaleza y, cuando quiere hablar con nosotros, lo hace desde el espacio físico, por ejemplo desde el Sinaí o desde el Monte Nebo. Pero cuando ya ve que no puede con nosotros y quiere seducirnos para tocar nuestro corazón, nos lleva precisamente el desierto. Por eso dice el profeta: "Yo la seduciré y la llevaré al desierto. Le hablaré a su corazón. Y allí yo le daré las viñas en el Valle de Acor. La convertiré en una puerta de esperanza, y ella responderá como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto" (Os 2).

Hacemos una segunda parada en un espacio con muchos camellos, desde donde observamos nuevos horizontes de valles y montañas desérticas. El sol va cayendo, pero tenemos aún mucha luz. En una tercera estación, nos sumergimos en el ambiente de una tienda donde nos invitan a un té y nos ofrecen venta de pañuelos, otras telas estampadas, cajitas, pintura de maquillaje y varios recuerdos. Uno de los que nos reciben pinta los ojos, de manera promocional, a algunas y algunos miembros del grupo. Completado este nuevo contacto con la vida de Wadi-Rum, seguimos hasta llegar a un espacio en el que dos hombres, en una especie de parada, nos dan un pequeño piscolabis con carne de camello, otras tapas y una copa de champán francés. Allí nos hacemos una nueva fotografía de toda la expedición, después de brindar por todos y de compartir unos minutos de distensión y alegría.

La intensa tarde se completa con la última estación de la ruta. Es una Jaima, un tipo de establecimiento en forma de gran campamento, como una carpa, donde hay un restaurante, una pista de baile, un bar y otros equipamientos, todo sobre la superficie desértica, con magníficas decoraciones. Los habitantes de este desierto son beduinos, muy amables y elegantes, y nos atienden muy bien. Primero celebramos la Eucaristía en el interior de la sala entre paredes y techo de lona, ​​y luego cenamos. La Misa, presidida por José Luis (cura de Salamanca), es nuevamente muy vivida. La compartimos como alrededor de una gran mesa larga y todos sentados en bancos alrededor. Cantamos acompañados de guitarra y experimentamos una liturgia muy relacionada con el desierto y la montaña que conocieron Moisés y Aarón y, por otra parte, con el martirio de San Juan Bautista, recogido en un fragmento del evangelista Marcos. Estos personajes, con los hechos descritos por los textos bíblicos, están muy directamente relacionados con los parajes donde pasamos el día: la mañana en Petra (Aarón) y la tarde en este desierto (Juan Bautista).

Lo reflejamos en los respectivos textos bíblicos, que ahora reproduzco: “Partieron de Cadés los israelitas, toda la comunidad, y llegaron a Hor de la Montaña. Y dijo Yahveh a Moisés y Aarón en Hor de la Montaña, en la frontera del país de Edom: «Que se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que he dado a los israelitas, por haberos rebelado contra mi voz en las aguas de Meribá. Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y súbelos a la montaña de Hor. Le quitarás a Aarón sus vestiduras y se las pondrás a su hijo Eleazar. Entonces Aarón se reunirá con los suyos: allí morirá». Moisés hizo como le había mandado Yahveh. Subieron a Hor de la Montaña a la vista de toda la comunidad. Quitó Moisés a Aarón sus vestiduras y se las puso a su hijo Eleazar. Y murió allí Aarón, en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar bajaron de la montaña. Toda la comunidad se dio cuenta de que había fallecido Aarón, y lloró a Aarón toda la casa de Israel durante treinta días" (Nm 20,22-29). Después, "Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura" (Mc 6,17-29).

En la homilía, José Luis expresa su deseo de que, "como los Magos de Oriente, estemos atentos a la presencia de Dios, a pesar de las dificultades que tuvieron aquellos sabios y sufrimos igualmente nosotros". En la misma línea, recuerda que "desierto significa purificación y contemplación" y que "tenemos la posibilidad, como grupo, de estar atentos los unos de los otros y vivir el amor fraterno". Finalmente, anima a todos a "no considerarse más que los demás" y ser "como Juan Bautista, que nos lo enseña, ya que hay que alimentar cada día más la humildad". En otro momento, agradece a Halcón Viajes y a algunas personas cercanas a él que hayan hecho posible su presencia personal y como sacerdote en esta peregrinación a Tierra Santa.

Terminada la celebración eucarística, salimos un momento, para ver cómo abren de bajo tierra un cordero recién cocinado, y volvemos a entrar en el mismo espacio, donde ya teníamos preparadas unas mesas y comida para servirnos nosotros mismos. Diferentes ensaladas, legumbres, pasta, hierbas picantes y otros entrantes se combinan con un exquisito filete del cordero. Todo está buenísimo. Y al terminar, un rato de baile completa la velada, la fiesta y todo un intenso día en la Tierra Santa anterior y precursora de Jesús. Unas danzas de cultura árabe dan paso a algunas canciones comerciales y populares en las fiestas más cercanas a nosotros en los últimos años. Un poco antes de las 20.00 horas, iniciamos el viaje de vuelta a Petra. Llegamos al hotel Petra Moon poco después de las 21.30. El descanso nocturno dará paso, al día siguiente, a una nueva jornada apasionante.

DOMINGO 12 ENERO 2020

Después de la intensidad del día anterior, con ejercicio, diversión y contemplación, toca dejar Jordania. Nos levantamos a las 5.30 horas para el desayuno a las 6.00. Salimos del hotel Petra Moon a las 6.30 hacia la frontera con Palestina. Antes de dejar el histórico pueblo, entramos un momento en un local donde se conserva y se muestra la Roca de Meribá. En este punto y de paso dentro del éxodo, Moisés no confió en el Señor, que había dicho que golpeasen la roca y que saldría agua. La primera vez, Moisés no confió, pero la segunda, sí. Entonces, de ahí, salió agua. Es el reino de Esaú o Edom, el que encuentra Moisés cuando llega de Egipto.

Mientras continuamos la ruta, el guía Nabil nos comenta que Moisés tuvo que desviarse cuando iba de camino al Monte Nebo. Antes de llegar a Madeba, había otro monarca, Sijón, rey de los amorreos. Moisés, entonces, envió un mensaje en el que pedía al monarca que le dejara pasar por sus tierras, pero no se lo permite. El Señor, después, le pide que conquiste estas tierras y mata al rey. Moisés lo hace, y el Señor le dice que vaya al Monte Nebo, donde vería la Tierra Prometida, pero añade que no entraría. Todo esto ocurre hacia el año 1200 antes de Cristo. Edom es el reino del Sur; Moab, que incluye el Monte Nebo y Amon, otro donde se encuentra la capital de Jordania. En el año 2000 antes de Cristo, en la historia bíblica más antigua, tiene lugar en el actual Irak, en Ur de Caldea, todo este gran proceso. Abraham venía con Lot, su sobrino, e iba hacia Canaán. Cuando llegan a la orilla oriental del Mar Muerto, se dividen. Lot se queda en Sodoma y Gomorra y Abraham, en Canaán, la actual Hebrón. En ese contexto, Sodoma y Gomorra se encuentran en la parte sur del Mar Muerto, mientras que la parte jordana, Hebrón, queda en el otro lado.

Todo pasa por las tierras que hemos visitado este domingo 12 de enero. Abraham, el primer patriarca, estaba casado con Sara. Tuvo un hijo con otra mujer, que le llamó Ismael. Después tuvo otro: Isaac. Dos hermanos, Esaú y Jacob, luchaban en el vientre de la madre por la primogenitura. La madre, sin embargo, prefería a Jacob. Por otra parte, Jacob se casa con una prima suya, el padre la engaña y, después, contrae matrimonio con la hermana, Lía. Entonces Jacob pasa por Herasa, donde se le aparece el Ángel de Dios. Al final, tras un tira y afloja, el ángel le da la bendición y le dice que, a partir de ese momento, se llamaría Israel. Amón, Edmundo y Moab, en cualquier caso, son los tres pueblos, de los que Petra es la capital. Con este panorama, Herodes Antipas, el grande, encarceló a Juan Bautista en el Palacio Macaronte, todo en un contexto en el que no era querido por el pueblo. Y cuando Moisés llega a la ruta de las caravanas, en Petra, se encuentra al rey de Edom.

Con estos contenidos interiorizados, así como los espirituales, seguimos en camino hasta una primera parada y, después, hasta la frontera de Jordania con Palestina, un paso controlado por Israel. Pasados ​​los controles de seguridad con entrega de pasaportes y una vez hecho el cambio de autocares, llegamos a la orilla del Jordán, al lugar exacto donde Jesús fue bautizado por Juan Bautista. ¡Qué emoción! Aunque llevábamos retraso y habían informado los organizadores de que la capilla del río estaría ocupada, celebramos la Eucaristía en este espacio. El Espíritu Santo, con una imagen que precisamente coronaba el altar, lo hizo todo. Ese grupo no se había presentado. Entre alegría y alegría, se proclama la Palabra de Dios. Primero se lee el texto de Isaías que narra estas palabras de Dios: "He aquí mi siervo, de quien he tomado posesión, el amado, en quien se ha complacido mi alma. He puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones" (Is 42,1). Da paso a la aclamación del Salmo, un deseo de bendición de Dios para su pueblo con el don de la paz. En la segunda lectura, el apóstol Pedro explica que el Bautismo de Jesús es un momento determinante en su vida, el inicio de su misión. Y en el texto del evangelio, se hace realidad la promesa, porque Jesús es bautizado, y el Espíritu habla: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto" (Mt 3,17).


En la homilía, Juan Antonio destaca la importancia de "renovar el espíritu de la peregrinación a Tierra Santa también en la vida". "Si la semilla del bautismo se mete en un cajón, no da fruto", dice. Asegura igualmente que "Dios nos ha creado para la eternidad, para que vivamos felices, podamos vivir el amor, repartamos el amor y se lo demos a los demás". Finalmente, el sacerdote apunta que "Jesús se bautiza aquí porque vino a buscarnos, a cada uno de nosotros, porque nos ama". Y concluye asegurando que "Dios vuelve a dar la vida hoy por todo el mundo". Y al final de la celebración, el franciscano Luis Quintana recuerda que este río, el Jordán, es el escenario del gran acontecimiento en sus fundamentos: "Jordán significa 'el que desciende', como ocurrió aquí, donde Juan Bautista vio cómo el cielo se abrió y el ángel habló en nombre de Dios". Y ya una vez terminada la Misa, con un bonito canto sobre el agua del Señor, bajamos todos a la orilla del río, allí mismo, pocos metros más abajo, y rellenamos botellas de agua. También nos hacemos una foto de todo el grupo. Finalmente, tengo la ocasión de experimentar aquella agua gloriosa, divina, quitándome los zapatos y los calcetines y sirviendo agua a muchos miembros del grupo que la querían guardar. "Con esta botella, tengo para bautismos todo el año", dice Jesús Robles, por ejemplo.


Con este gozo bien pascual y agradecido, nos desplazamos con los autocares hasta el Mar Muerto. Comemos en un restaurante situado dentro de un complejo típico de playa (aunque no es una playa convencional como las que conocemos) y disfrutamos de una hora escasa para un delicioso baño. En el Mar Muerto, situado a 400 metros por debajo del nivel del mar, el agua está muy suave de temperatura. Unos cuantos peregrinos experimentamos la sensación de un espacio donde el cuerpo flota sin hundirse. La experiencia es de lo más divertido. Incluso improvisamos una versión del conocido canto "Juntos como hermanos, miembros de una Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor".

El siguiente trayecto es hasta Jericó, donde hacemos una pequeña parada y paseo. En la ciudad más antigua del mundo, con 8.000 años de existencia, recordamos al ciego Bartimeo, al publicano Zaqueo, que acoge a Jesús en su casa, y el pasaje de Josué y las murallas de la villa. Jericó, ciudad de las palmeras, tiene entre sus puntos de referencia la Fuente de Eliseo, que es el principal manantial. Dicen que emana 4.500 litros por minuto. Encima, se aprecia que la ciudad es enorme, con una superficie verde junto al mar muerto. Se llama Fuente de Eliseo porque nos dice la Escritura que, cuando Eliseo llegó con el manto de Elías, lo primero que hizo fue golpear las aguas de Jordán, que se abrieron y pasó. Pero como no pudo ver porque las aguas estaban amargas, pidió una olla de sal. La vertió y las aguas pasaron a ser dulces. Por otro lado, se ve el monte de las tentaciones, donde Jesús se preparaba para su misión y donde fue tentado por el demonio en forma de serpiente pero no cayó. Una vez hecha esta breve visita a Jericó, completamos el desplazamiento del día hasta Nazareth, donde nos instalamos en el Hotel Ramada y cenamos. Después, enseguida toca descansar porque nos esperan al día siguiente la Basílica de la Anunciación, el Mar de Galilea y muchas otras huellas del Maestro, el Señor Jesús.

LUNES 13 ENERO 2020

La emoción ha marcado esta jornada. Hemos seguido las huellas de Jesús en la zona verde de Galilea, con una llanura preciosa entre montañas y varios puntos, principalmente el Monte de las Bienaventuranzas y, sobre todo, el Lago de Tiberíades. Hemos sentido al Señor en cada paso, en cada roca, en cada ola del agua y en cada lontananza de la costa. También hemos visitado Cafarnaún, la ciudad donde Jesús vivió más tiempo durante los años de su vida pública, de los 30 a los 33. Antes de bajar al agua y después de celebrar la Eucaristía junto a este punto de Genesaret, hemos pasado unos minutos en la Roca del Encuentro, donde Jesús resucitado recibió sentado a un grupo de apóstoles que acababan de pasar la noche intentando pescar sin éxito. Los anima a volver a echar las redes y pescan muchísimos peces. Es también la escena del gran diálogo del Señor con Pedro, cuando le preguntó tres veces si le amaba y le decía que apacentase sus ovejas. Y luego, dimos finalmente un paseo en barca por el Mar de Galilea, testigo de grandes hechos prodigiosos protagonizados por el mismo Jesús.

Finalmente por la tarde, de nuevo en Nazareth y después de comer en la Casa Nova de los franciscanos, hicimos un recorrido por la ciudad para visitar la Fuente de María, en la iglesia de San Gabriel, y finalmente la Basílica de la Anunciación, con la casa de María y la de la Sagrada Familia, todo coronado con una gran iglesia construida en el siglo XVIII. La jornada ha terminado con una visita a una comunidad de clarisas situada cerca de la zona. Hemos vivido el contacto con una realidad de vida contemplativa, nutrida actualmente con un grupo de mexicanas y otras religiosas de Francia y el Líbano. Nos han ofrecido su testimonio, especialmente enlazado por dos clarisas, Doris y Milagros, que han formado parte de nuestra peregrinación desde España.

Vamos cronológicamente. Después del desayuno a las 7, salimos a las 7.45 a Galilea, la zona donde Jesús vivió su vida pública después del Bautismo en el río Jordán. Entramos en esta área por la Llanura de Turan, verde y muy fértil. En esta región, el Señor desarrolló toda una predicación con parábolas relacionadas con la agricultura. Llegados allí, iniciamos el recorrido en el Monte de las Bienaventuranzas, mientras empezábamos ya a ver el Lago de Tiberíades. Repasamos las 8 bienaventuranzas: pobres, humildes, compasivos, limpios de corazón, los que lloran, los perseguidos, los que trabajan por la paz y los misericordiosos. Los franciscanos, teniendo en cuenta la tradición de situar el Sermón de la Montaña allí, en el Tabor, hicieron construir una iglesia, que construyó Antonio Barlucci en 1937. La siguiente visita es a Tabgha, donde Jesús multiplicó los panes y los peces ante 5.000 personas, todo en una zona muy superpoblada. Por ejemplo, sólo en Cafarnaún, vivían 1.500 personas. Este milagro tuvo grandes consecuencias, hasta el punto de que, después del gran impacto, Jesús respondió a la insistencia de sus discípulos diciendo que él es "el pan de vida". Después bajamos ya junto al también llamado Mar de Galilea, de 12 kilómetros de ancho, 21 de largo y 40 metros de profundidad (unos 200 metros bajo el nivel del mar).

Junto a la Roca del Encuentro, en la zona del llamado 'Primado de Pedro', celebramos la Eucaristía allí mismo en una pequeña capilla cubierta. En la Liturgia de la Palabra, sobresale el fragmento evangélico de Juan en el que se narra el encuentro de Jesús resucitado con un grupo de discípulos, entre ellos Pedro, y los anima a volver a echar las redes después de que le habían explicado que no habían pescado nada en toda la noche anterior. Le hacen caso y pescan muchísimos peces. Esto da paso al conocido diálogo del Señor con Pedro, que concluye con el apóstol diciendo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Especialmente impactante es, para mí, la visión comunicadora de Juan, que habla al final en primera persona, asegurando que da testimonio del Jesús vivo, en ese momento y para siempre. Y en el exterior, saliendo del mismo templo, hay una escalera que la Iglesia bizantina del siglo IV ya atribuyó al mismo Jesús. En la homilía, el sacerdote que preside destaca que "los apóstoles, después de la resurrección, tienen un impasse, un tiempo para ir digiriendo lo que estaba sucediendo". Además de comentar "la sensación de fracaso que podían tener en aquel momento los 7 apóstoles presentes", destaca que "la fe no puede ir en solitario sin la afirmación del amor". En esta línea, concluye que "es en el fundamento de la fe como construimos la Iglesia, convirtiéndonos todos en piedras vivas".

Luis Quintana, muy activo en las explicaciones durante todo el día, explica de camino a Cafarnaún que "Bet significa casa, Jer significa pueblo y Cafar, ciudad". Asegura que es una ciudad que estuvo olvidada durante casi 1.000 años, aunque había sido muy importante durante la época de Jesús. Se sabe que había puerto. Cafarnaún fue subiendo en importancia durante el tiempo del Señor y luego continuó en esta línea, con sede de obispado durante la época bizantina y con una iglesia construida en forma octogonal sobre la casa de Pedro. Las invasiones persas y musulmanes, sin embargo, lo destruyen todo. En 1894, un franciscano descubrió las ruinas y sabía que Cafarnaún tenía que ser por esta zona. Compró el espacio y, enseguida, se descubrió la ciudad. Su importancia se encuentra en el hecho de que Jesús hizo allí 7 milagros, reflejados en las 7 cúpulas de una iglesia ortodoxa construida igualmente muy cerca. Curó a dos leprosos, sanó al sirviente del centurión, curó a la suegra de Pedro, sanó a la hemorroísa, resucitó a la hija de Jairo, sanó al paralítico y liberó a un endemoniado del espíritu del mal.

Todavía en Cafarnaún, pasamos por el punto donde Pedro dijo a Jesús que lo había mirado a los ojos. Vemos la casa del apóstol y observamos una sinagoga muy grande situada al lado y construida por Iuliano, que favoreció claramente a los judíos hasta el punto de hacer construir este gran centro de culto. Después visitamos un punto donde se sitúa el discurso de Jesús sobre el pan de vida. "Yo soy el pan de vida" (Jn 6). Curiosamente, en la sinagoga, vemos que uno de los símbolos judíos, aparte de la uva, es la granada, que representa la cáscara fría (la ley) por fuera y el poder de Dios por dentro. Tiene entre 600 y 700 granos, que hacen que, cuando crecen, puedan reventar incluso el exterior de la fruta, lo que significa que pueden desafiar las leyes humanas porque Dios está por encima.

Y por último, entramos en el lago de mis amores, como aseguraba mi padre, Ezequiel Miranda, en su libro ‘Crónica-diario de un viaje a la Tierra de Jesús’. En este trabajo, a partir de la peregrinación realizado con mi madre Carmen en 1987, expresaba su emoción: "Sentía al Señor en cada ola, en cada lontananza de la costa". El rato por el lago es especialmente emotivo para todos, con momentos de silencio, canciones, oración y mucha alegría. Entre nubes que tapaban parcialmente los horizontes con tierra al fondo, sale en algún momento el sol como en un resplandor impactante. Jesús estaba presente tan cierto como el aire, tan misterioso como el silencio, tan natural como el sonido del agua y los movimientos naturales del sol entre el gris de las nubes. Tras unos minutos en que los marineros habían izado una bandera española junto a la israelí, presente ya anteriormente en la embarcación, llegamos nuevamente al puerto. Ya es el momento de volver a los autobuses para seguir el camino de nuevo hacia Nazareth. Después de un recorrido con mucho tráfico, especialmente en Caná y en la entrada de la ciudad de Jesús, María y José, llegamos a la Casa Nova, de los Franciscanos, donde nos recibe su director, el franciscano Carlos Molina, y comemos.

La tarde es otra vez especialmente intensa. Con Fray Luis Quintana, damos un paseo hasta la llamada Fuente de María, integrada en la iglesia de San Gabriel, custodiada por los ortodoxos. La tradición dice que, además del agua que emana, María recibió allí un primer anuncio del ángel. Incluso los ortodoxos ven ya el anuncio de Gabriel en esa aparición. Como anécdota, Alejandra tuvo un pequeño percance con una vela. Al girarse un momento mientras observaba el templo, se quemó una parte de la capucha de su abrigo. En décimas de segundo, pude apagar el fuego con un soplo mientras algunos se quitaban su chaqueta con el mismo objetivo. Todo quedó en un susto. Después bajamos y vamos ya a la Basílica de la Anunciación, una construcción del 1735 encargada a un arquitecto, después de que los franciscanos, expulsados en ​​el siglo XIII por los musulmanes, estuvieron 400 años sin poder entrar allí y otros 111 sin poder aún establecerse con un templo, lo cual finalmente se realiza. Esta vez no culmina el proyecto Antonio Barlucci. 
 
Entramos por la parte lateral izquierda de la gran iglesia, donde está la casa de María cuando era soltera. Después ya pasamos a la basílica principal. María está muy presente en el altar, construido sobre el lugar donde la Madre de Jesús vivía la vida cotidiana, porque Jesús sigue manifestándose, haciéndose carne y mostrándose vivo ahora, concretamente en la Eucaristía. En la gran nave, descubrimos el tesoro de abajo, con silos, una escalera que bajaba y muchas otras referencias a María, José y Jesús. La basílica, de una gran riqueza y belleza arquitectónica, actualiza muy bien la estructura de los espacios de un hogar que es histórico pero que va mucho más allá. Ahí mismo rezamos el tercer Ángelus de un día muy especial para la proximidad de los creyentes con María.

Y completamos la jornada con una visita muy especial. Si el 9 de enero fuimos a ver a unas religiosas del Verbo Encarnado que acogían a niños descartados, ahora hacemos lo mismo con una comunidad de clarisas. Con el enlace de dos hermanas de esta congregación de clausura que viajan con el grupo, concretamente Doris y Milagros, nos recibe la abadesa, María Felipa, como también Mónica, que nos había abierto la puerta, y el resto de integrantes de la comunidad, la mayoría procedentes de México en una misión especial. Comentan, entre otros temas, la necesidad de que la Iglesia tenga voces que rezan intensamente por todos nosotros. Incluso hacemos al final, por escrito, una petición de intenciones que muchos entregamos en un papel a las monjas.

Y ya después de toda la actividad, volvemos con los autobuses al Hotel Ramada, de Nazareth, para pasar la última noche. Los periodistas presentes, concretamente dos de periódicos digitales (Religión Digital y OK Diario) y yo mismo con el equipo de Globalia, somos convocados a un encuentro de unos 45 minutos durante los cuales Noelia Ávila y el mismo Luis Quintana explican la colaboración entre Halcón Peregrinaciones y la Comisaría de Tierra Santa, concretamente desde hace más de 10 años. La directora de la empresa destaca, además, que la experiencia "transforma corazones y convierte a muchas personas". Luis Quintana recuerda que los franciscanos custodian los Santos Lugares porque el Papa se lo encargó así en el año 1342. Antes de retirarnos a dormir, cenamos. Ya en la sobremesa, reparto ejemplares del semanario ‘Catalunya Cristiana’ y hago el sorteo de un ejemplar de mi libro ‘Oraciones de tú a tú’. El ganador es Fray Ricardo, uno de los franciscanos que nos acompañaban, junto con Luis y Salva. La iniciativa gusta mucho. Todavía tengo un cuarto de hora para grabar una completa entrevista a Luis Quintana, que habla de las peregrinaciones a los Santos Lugares, con el sentido que tienen y la capacidad transformadora. Esa entrevista se emite en Ràdio Estel (
www.radioestel.cat) el domingo 19 de enero a las 20.45 horas.

MARTES 14 ENERO 2020

El último día de la peregrinación ha tenido emociones y sensibilidades variadas. Tocaba dejar el Hotel Ramada de Nazareth, cargar el equipaje y desarrollar las últimas actividades antes de desplazarnos al aeropuerto de Tel Aviv. La primera estación de la jornada es nuevamente la Basílica de la Anunciación, donde celebramos la Eucaristía. En la parte superior del templo, los sacerdotes concelebrantes y el resto de peregrinos nos unimos en comunidad ocupando sólo los primeros bancos, pero con gran familiaridad e intensidad espiritual. Nos encontramos en el lugar donde María dijo "sí" al anuncio del ángel. Es la casa de María y José, los padres de Jesús, y también es el altar que pervive como presencia del Hijo de Dios entre nosotros, hecho carne. Preside Fernando Alcázar, sacerdote de Alcuéscar (Cáceres).

La Liturgia de la Palabra incluye un fragmento evangélico sobre la Anunciación, precedido de la profecía de Isaías y, en medio, las palabras del Salmo 39: "Aquí estoy, Señor; para hacer tu voluntad". En la homilía, Fernando Alcázar destaca que "aquí empezó nuestra fe, con el anuncio del Ángel y la respuesta afirmativa de María". En esta línea, recuerda que "Dios dio a María la libertad porque, si hubiera dicho 'no', él habría encontrado alguna otra forma, algún plan B, para revelarse al mundo como uno de nosotros". También asegura que "la Iglesia se pone siempre a los pies de una mujer, que es María". Finalmente comenta que "María, después de la Encarnación, lo primero que hace es ponerse en camino para visitar a su prima Isabel", y que "lo que hemos vivido en Tierra Santa no se puede quedar aquí, sino que nos lo tenemos que llevar con nosotros". Confieso que esta Misa tiene para mí un toque especial, porque puedo tocar el órgano. Acompañar los cantos con un magnífico órgano en la Basílica donde la Virgen recibió el anuncio del Ángel y dijo 'sí' es un lujo, para mí, que no se puede expresar con palabras. Al final de la Misa, cantamos aquella bonita pieza dirigida a María, que es capaz de llenar "esas cosas de la vida que no son más que mentiras", la misma que "escuchaba en silencio la Palabra de Jesús y la hacía pan de vida reflejando en él la luz".

Terminada la celebración, volvemos al autocar y nos desplazamos en Caná, el último punto de la peregrinación. Todos participamos en una celebración de la Palabra durante la cual los matrimonios presentes renuevan sus promesas de vida en común. El texto del evangelista Juan (2,1-11) nos ilumina para focalizar todo el espíritu del sacramento matrimonial en aquella fiesta que se nos narra, un banquete donde el Señor hace su primer milagro y que es, como recuerda Fray Salva en la homilía, "la tercera manifestación de Jesús, después del Nacimiento y de la Epifanía con la adoración de los Magos". Después de que las parejas presentes hayan renovado su compromiso sacramental, acabamos la celebración con la alegría que nos ha acompañado en estos 8 días. Fray Luis Quintana nos enseña el lugar donde se encuentra una cisterna de piedra utilizada para verter agua con tinajas. Esta presencia bimilenaria, al ser de un objeto que no se puede mover del suelo, hace indiscutible que ése fue el lugar del milagro de las bodas de Caná, un pueblo pequeño. Además, el punto donde está levantada ahora una iglesia está situado claramente en el centro del pueblo. Todavía hay un poco de tiempo para comprar algún vino o algún último recuerdo, y ya subimos al autocar.

Queda solo el desplazamiento al Aeropuerto de Tel Aviv. En el autobús 2, donde hemos ido 27 personas durante toda la peregrinación, se vive un momento emotivo de despedida o, más bien, de "hasta luego". A partir de una sugerencia del guía franciscano Luis Quintana, muchos de los presentes (también quien escribe esta vivencia) se acercan al micrófono para ofrecer su pequeño testimonio. La sensación más compartida es que esta peregrinación, más allá de la predisposición personal no siempre cercana o abierta a descubrir al Dios con nosotros, "ha llenado el corazón". Al final, tuve todavía la inspiración de preparar cinco estrofas, como las de la canción navideña "Ande, ande, ande", alusivas al grupo, a Halcón Peregrinaciones (con Noelia Ávila a la cabeza), a la Comisaría de Tierra Santa en España (representada por Fray Luis) y a todos los miembros del grupo, jóvenes y no tan jóvenes, sacerdotes y laicos, solteros y casados, con más fe o con más frialdad... Todos han llenado una experiencia única. De cada uno de los peregrinos, he aprendido muchísimo. Ésta es la letra de la canción personalizada:

Ande ande ande, la marimorena. Ande, ande, ande, que es la Noche Buena.
Dale a la zambomba, dale al cascabel, que mañana es fiesta y al otro también.

Halcón Peregrinaciones
nos ha puesto en Tierra Santa.
¡Démosles las bendiciones! 
Su servicio nos encanta.

Con Noelia, hemos visto
el cariño de una agencia.
Vimos la Tierra de Cristo
y sentimos su presencia.

Con Fray Luis, hemos vivido
la experiencia más completa.
Integró razón y ciencia   
como enciclopedia abierta.

Y todos los peregrinos
compartimos la vivencia
del amor en pan y vino
como hermanos en presencia.

El amor está presente
para siempre entre nosotros.
La alegría de la gente
y el abrazo unos a otros.

Ande ande ande, la marimorena.

Para mí, ha sido el viaje de mi vida. En los Lugares Santos y en cada uno de los peregrinos, he encontrado la huella del Señor que consuela, que aconseja, que se revela con hechos prodigiosos, que sonríe y, sobre todo, que ama, nos da la paz y vive para siempre. "Dame, Señor, un corazón feliz; infunde en él tu paz y tu perdón; dame a entender el secreto de tu amor; amaos como yo os amé, dice el Señor ". Con esta invocación, que tuve ocasión de musicar hace unos años, termino este humilde relato, escrito por una persona limitada e imperfecta como yo. He compartido con todos y todas el gozo de la apertura de corazón al Misterio de Dios.

Los agradecimientos a Dios y entre todos son intensos. También incluyen las familias y los seres queridos que, en muchos casos, han facilitado desde el propio hogar la participación de cada uno en este luminoso itinerario. La peregrinación todavía dura durante el vuelo de Tel Aviv en Madrid. En el Aeropuerto de Barajas, nos despedimos todos con el deseo de seguir en contacto, desde la fraternidad y la vivencia compartida. Todos vuelven con mucha alegría a sus ciudades y pueblos (algunos a Madrid mismo), siempre desde la propia realidad personal. Quien os ha transmitido esta crónica llega a Barcelona al día siguiente por la mañana.

¡Muchas gracias, peregrinos! ¡Gloria al Señor!